Que en mi vejez, cuando llegue...

Que en mi vejez, cuando llegue...
siempre me asome la sonrisa,
que da tanta belleza a un rostro surcado de arrugas.
Que sepa agradecer más que lamentar;
que los achaques signifiquen señales
de años de salud y bienestar,
y no la excusa perfecta para mi queja.

Que todo lo vivido tantos años,
sea momento de saborearlo, recordarlo,
hacerlo lección de vida para los demás.
Que para que me cuiden
sepa sobre todo dejarme cuidar.
Que no me sienta un estorbo
sino la ocasión de donación de los demás.

Que mi fe sea más encendida todavía,
porque tendrá la riqueza de años de cultivo.
Que no banalice la muerte ni la desee gratuitamente,
como un desprecio a la vida o a todos aquellos que murieron tan pronto.
Que no rechace el mundo actual
porque haya decidido que no sea mi mundo,
sino que lo ame tal cual y rece por él en estos tiempos.

Que en la cumbre de la vida no abandone las vistas
ni me condene a mirar sólo al suelo y los pies,
sino levante mi cabeza, con humildad y sereno,
buscando el cielo y los bellos paisajes de esta hora.
Que mi vejez sea el último regalo en esta vida,
para mí y para los que me traten y visiten.
Y que dure tanto como pueda,
para que me dé tiempo a demostrar,
definitivamente, la esencia de mi fe:
que en la debilidad está la fuerza.

Y cuando me llegue mi hora,
la hora tan ansiada,
cruce el último puente sereno y confiado,
mirando atrás para agradecerlo todo,
pero caminando adelante para abrazarlo Todo.

Amén.

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